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miércoles, 11 de marzo de 2015

Buscando casa II


¡Muy buenas de nuevo!

Aquí estoy hoy, un día después de mi "mañana fatídica" y hay que ver cómo cambian las cosas de un día para otro, porque hoy ¡YA TENGO HABITACIÓN! 

Pero no adelantemos acontecimientos, empecemos por donde me había quedado: las visitas a casas desastre.

He intentado pararme a pensar las veces que me he desplazado hasta Londres para buscar habitación pero me ha sido imposible (ya sabéis, mi memoria y yo). Así que he tirado de los extractos del banco y me he quedado muy sorprendida porque lo que a mi me había parecido un mes de idas y venidas, de ver casas hasta las mil y dolores por todo el cuerpo de los desplazamientos, no han sido más que cinco días. ¡Cinco míseros días! En serio, si me hubiera preguntado alguien que cuánto tiempo llevaba buscando, le hubiera dicho que dos semanas al menos. Es algo imposible de explicar e imagino que todos estaréis pensando que soy una exagerada y una quejica, pero era la impresión que yo tenía. Y es que no sólo han sido cinco días. Desde aquí también he pasado días de desesperación en los que me ponía a buscar habitación desde las 8 de la mañana hasta que ya era tarde y nadie subía más anuncios, mañanas en las que mandaba 20 mensajes para concertar citas y en las que nadie me contestaba, tardes en las que me agobiaba porque para el día siguiente sólo tenía una cita e iba a desaprovechar el día... Vamos, que las he pasado canutas. Y es que, ¡qué despacio pasa el tiempo cuando estás agobiado!

En esos cinco días he visto lo que a mi me han parecido muchas habitaciones, entre cuatro y siete por día. El primero me sirvió para ver zonas en las que no quería vivir y para darme cuenta que tenía que pagar un poquito más al mes para encontrar algo que me pudiera servir y evidentemente no salí desmotivada, porque con eso me di por servida. 

El segundo día ya había hecho una plantilla con las cosas que tenía que preguntar en cada casa y que, llegado el caso, me sirviera para hacer una comparativa entre ellas. Lo que tenía en cuenta era: la renta (siempre he mirado que tuvieran las bills, es decir, las facturas, incluidas para no llevarme un susto a final de mes), el metro más cercano (para mi ésto era muy importante porque me temo que no tendré un lugar de trabajo fijo, al menos al principio), que hubiera autobuses nocturnos, que hubiera servicios relativamente cerca (y no me refiero a los de hacer pis, sino tiendas, supermercados...), la gente con la que compartía, los baños que había, si hacían contrato o al menos la forma de pago era por banco (por eso de evitar o intentar minimizar los timos), la estancia mínima que pedían, el momento de la entrada y siempre dejaba un hueco para observaciones varias (cómo había visto la zona, si los compañeros habían salido a saludar, la limpieza general de la casa...).

El tercero, que era viernes, por fin vi una casa que me gustó. No era nada del otro mundo, pero habiendo pasado los dos días anteriores viendo sitios cochambrosos, ésta me pareció muy aceptable. Con una cocina limpia y grande donde poder sentarte a comer, un baño moderno y también muy limpio, una habitación que, sin ser muy grande, tenía una cama doble, un escritorito (no sé como es el diminutivo de escritorio, pero dado que éste era la mínima expresión, he creído conveniente utilizarlo) y un armario empotrado. Pero sobretodo me había gustado por la casera; era la que mejor me había tratado con diferencia, me había dado conversación, invitado a una taza de té, cuando la pregunté por los súper me llevó a conocerlos... Para mi era importante tener alguien con el que hablar en la casa, porque eso de llegar y encerrarme en mi cuarto sin poder hablar con nadie no me llama nada la atención, pero claro, hay que priorizar... El caso es que estaba un poco dudosa porque, aunque tenía metro, estaba algo lejos, no era una de las mejores zonas en cuando a seguridad, de hecho le pregunté a la chica y me dijo que intentara no ir sola tarde, que cuando fuera no mirase a la gente a los ojos, que tal y que cual y a mi me asustó un poco porque Lynda también me había dicho que me andara con ojo.

Llegó el fin de semana y me lo tomé un poco de relax, intentando valorar si esa habitación me gustaba lo suficiente como para cogerla. Pero como consideraba que había visto poco, el barrio no nos convencía ni a Lynda ni a mi y, en definitiva, porque estaba un poco que no sabía que debía hacer, lo dejé pasar.

El domingo venga que te pego a organizar citas otra vez y el lunes fue un día durito: empecé con 7 visitas pero al final me cancelaron una o dos, no me acuerdo. La primera visita fue un desastre (de ésto que piensas ¿dónde co*o me he metido? ¡Mamá sácame de aqui!) y la segunda, y la tercera, e incluso la cuarta... Total que iba de camino a la quinta, que había metido con calzador ese mismo día en un hueco de una de las que me habían cancelado, llorando. Por la calle. Sola. Con los ingleses mirando, pero ya sabéis que ellos son muy polite y no me dijeron nada. Y sin querer llamar ni hablar con nadie porque se hubiera convertido en algo mucho peor. Pero cuando llegué allí se me quitaron las lágrimas: una casa con muy buen rollo, tres habitaciones donde elegir, una cocina grande, con una señora mesa para comer e incluso tele, jardín, a dos minutos del metro... ¡me encantaba! El único handicap es que no estaba del todo bien comunicada por la noche.

Salí contenta pero aún así me animé a hacer una última visita, a una casa en Manor House que siempre he descrito como "habitable" es lo único que podía decir de ella. ¿Estaba bien? No. ¿Estaba mal? Pues tampoco... pero aquello no me convencía y creo que en gran medida fue porque estaba algo obnubilada con la otra. 

Esa misma noche le mandé un mensaje a la "landlord", la dueña de la casa que me había gustado, para irla reservando. 

Estaba contenta porque, aunque no tuviera muchos buses por la noche (las chicas que me lo habían enseñado me dijeron que por lo menos, que ellas supieran, había uno), podía servirme para empezar y luego ir a buscar otra cosa. Estaba decidida, o todo lo decidida que podía estar, a coger una de esas habitaciones.

Pero... CHÁN CHÁN CHAAAAAAAAAAAAN.

Hasta mañana. ¡Muchos besitos!


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